Este experimento se llevo a cabo en una cárcel de Palo Alto en 1971, consistía en ver el desarrollo o proceso psicológico que sufrían los involucrados.
Para llevarlo a cabo pusieron un aviso en un periódico solicitando a personas dispuesta a ganar 15 dólares diarios para ser dispuesta a disposición de un experimento psicológico, luego de una especie de casting, seleccionaron a estudiantes de Estados Unidos Y Canadá sin problemas psicológicos, abuso de drogas, problemas delictivos y discapacidades medicas.
El estudio comenzó con un grupo de hombres divididos en guardias y reclusos al principio la sociabilidad no era problema ya que no tenían ningún arrojo de problemas de comportamiento según lo previamente visto.
En el pasillo habían puesto cámaras y micrófonos para seguir el procedimientos de los interinos dentro de la cárcel construida por ellos, esta no tenía ni relojes, ni ventanas, lo que produciría una distorsión del tiempo.
Ya teniendo todo listo para empezar el procedimiento del experimento, los reclusos fueron llevados uno por uno con los ojos vendados e informándoles de la gravedad de sus faltas y las condiciones que tenían que seguir. Se siguió el procedimiento de la cárceles, desnudándolos y desinfectándolos con espray, advirtiéndoles que podían contener piojos o enfermedades para tener toda la credibilidad posible frente a ellos. "Tal como se muestra en las imágenes".
A los reclusos se les vestía con un saco y su número de identificación, además de no llevar ropa interior, y estar sujetos a una cadena junto a otro compañero para así hacerles recordar que al despertar todavía seguían en la cárcel y que ni en sueños saldrían de la cárcel.
Por otra parte los guardia no habrían recibido ninguna enseñanza previa a como ser guardia de una cárcel, ellos tenían plena libertad para determinar la ley y el orden dentro de la institución. Con lo que respecta a su aspecto, tenían uniformes similares y gafas de sol para cubrir sus emociones y así tener más anonimato frente a los reclusos.
Eran 9 guardias que se repartían turnos de cada 3 persona por 8 horas, que dormían en piezas que sobraban, en cambio los reclusos también siendo 9 personas dormían en 3 piezas con 3 catres cada una.
Las primeras intervenciones se hacían de madrugada a eso de las 3 de la mañana, están se hacían con el hecho de poner cierto respeto y familiarizarlos por sus números. También se le hacía hacer flexiones como método de respeto hacia ellos.
Debido a lo sucedido el primer día, los reclusos decidieron quitarse las medias de la cabeza y sus números de identificación, aparte de formar hacer barricadas con sus camas trabando la puerta de sus celdas. Al llegar los guardias de la mañana empezaron a echarle la culpa a los de la noche que les faltaba autoridad sobre sus cargos, entonces los guardias tuvieron que tomar sus propias medidas al principio pedían refuerzos, pero no pudo ser por el poco recurso que sostenía la cárcel en ese entonces. Así que tomaron un extintor que congelaba hasta los huesos para alejar a los reclusos de la celda, así decidieron tratar la violencia con violencia. Entraron a la celda, le quitaron sus camas, los desnudaron, aislaron a los cabecillas de la rebelión y humillaron e intimidaron a los reclusos.
Como no era posible tener a los 9 guardias todo el día por los bajos recursos que había decidieron llevar a cabo la psicología en vez de la fuerza física, para ello crearon una celda de beneficios esto quería quieres decir que a los reclusos que cumplían las ordenes se les beneficiaba con su cama, sus vestimenta, a demás de tener derecho a una comida especial frente a los demás reclusos que no comían, el resultado fue que se rompió la solidaridad en el entorno de los reclusos.
Otro hecho importante que no se puede dejar pasar, es cuando los reclusos intentan huir de la cárcel con ayuda del primer liberado de Stanford...La idea se trataba escapar después del horario de visitas. El primer liberado llegaría a la cárcel junto a un grupo de amigos para forzar la puerta de entrada y así escapar. Al encargado del proyecto le habría llegado este rumor el mismo se encargaría de cambiar a los reclusos de cárcel, pedir apoyo policial... pero nunca paso nada así que los guardias decidieron volver a la violencia y humillación dándoles castigos como limpiar dos veces el wc. o las insalubridades de la cárcel.
Llegando a la conclusión del proyecto ya tan avanzado el investigador decidió contratar a un cura para ver que tan realista había sido el progreso de los reclusos, la conclusión fue sorprendente los reclusos ya se presentaban por sus números e incluso tenían claro que la única manera de salir de allí era a través de un abogado o un milagro.
Al día siguiente se llevo a los reclusos que se creí que merecían la libertad y se llevaron a la comisión de libertad condicional. Durante estas vistas sucedieron algunas cosas remarcables. En primer lugar, cuando se le preguntaron a los reclusos si renunciarían al dinero que habían ganado hasta el momento a cambio de la libertad condicional, la mayoría dijo que sí. Durante las sesiones de libertad condicional, el asesor principal cuando adoptó el papel de jefe de la Comisión de Libertad Condicional. Literalmente, se convirtió en el más odioso oficial autoritario imaginable, tanto que, cuando todo acabó, sintió repugnancia de ver en lo que se había convertido: era igual a su verdugo, el que había rechazado sus peticiones anuales de libertad condicional durante dieciséis años mientras estuvo preso.
El quinto día se había creado una nueva relación entre los reclusos y los guardas. Ahora los guardas se identificaban más fácilmente con su trabajo -un trabajo que unas veces era aburrido y otras, interesante.
Había tres tipos de guardias. En primer lugar, estaban los guardias duros pero justos, que seguían las normas de la cárcel. En segundo lugar, estaban los "buenos", que hacían pequeños favores a los reclusos y nunca los castigaban. Y por último, casi una tercera parte de los guardias eran hostiles, arbitrarios e imaginativos en sus formas de humillar a los reclusos. Estos guardias, aparentemente, disfrutaban completamente del poder que ejercían, a pesar de que ninguno de nuestros test de personalidad había podido predecir este comportamiento. La única conexión entre personalidad y comportamiento en la cárcel, fue el descubrimiento de que los reclusos con un alto grado de autoritarismo aguantaron más tiempo que otros reclusos el autoritario entorno de nuestra cárcel.
Los reclusos se enfrentaron a sus sentimientos de frustración e impotencia de varias formas. Al principio, algunos reclusos se rebelaron o discutieron con los guardias. Cuatro reclusos reaccionaron con crisis nerviosas como válvula de escape. Un recluso desarrolló una erupción psicosomática por todo el cuerpo cuando supo que se había rechazado su petición de libertad condicional. Otros intentaron sobrevivir siendo buenos reclusos, haciendo todo aquello que los guardas les mandasen. Uno de ellos recibió el mote de "Sargento", por su manera militar de ejecutar todas las órdenes.
Al final del estudio, los reclusos quedaron desintegrados, como grupo y como individuos. Ya no existía una unidad de grupo; solo un puñado de individuos aislados resistiendo, casi como prisioneros de guerra o pacientes de un hospital psiquiátrico. Los guardias lograron el control total de la prisión e impusieron la obediencia ciega de todo recluso.
El último acto de rebelión. El recluso #416 era un recién llegado, uno de los sustitutos que teníamos en reserva. A diferencia de los demás reclusos, que habían experimentado un aumento progresivo de las vejaciones, este recluso se enfrentó al horror de golpe. Los reclusos veteranos le dijeron que era imposible abandonar, que era una cárcel auténtica.
El recluso #416 se declaró en huelga de hambre para forzar su liberación. Después de varios intentos fracasados para conseguir que comiese, los guardias lo dejaron incomunicado durante tres horas, aun cuando sus propias normas establecían una hora como límite. No obstante, el recluso #416 siguió rechazando la comida.
A estas alturas, el recluso #416 hubiera debido convertirse en un héroe para los demás reclusos. En cambio, lo consideraron como un alborotador. El jefe de los guardias explotó este sentimiento dando a elegir a los prisioneros entre dos opciones: dejarían salir al recluso incomunicado si a cambio renunciaban a sus mantas, o lo dejarían incomunicado toda la noche. ¿Qué crees que eligieron? La mayoría prefirió quedarse con su manta y dejar que el recluso sufriera en solitario toda la noche.
La quinta noche, algunos padres visitantes me pidieron establecer contacto con un abogado para liberar a su hijo de la cárcel. ¡Explicaron que un sacerdote católico los había visitado para decirles que debían conseguir un abogado o defensor público si querían obtener la libertad bajo fianza de su hijo! ,el creador llamo a un abogado, tal como solicitaron, y vino al día siguiente para entrevistar a los reclusos con una serie de preguntas estándar, aunque también sabía que sólo era un experimento.
Llegados a este punto, se vio claro que debían acabar con el estudio. Habían creado una situación abrumadoramente poderosa, a la que los reclusos se iban abandonando, comportándose de manera patológica, y en la que algunos de los guardas se comportaban sádicamente. Incluso los guardas "buenos" se sentían impotentes para intervenir y ninguno de los guardias dimitió mientras el estudio se llevaba a cabo. En realidad, hay que destacar que ningún guardia llegó nunca tarde a su turno, ni se ausentó por enfermedad, salió antes de hora, o exigió una paga extra por trabajar más horas.
Decidieron terminar el estudio prematuramente por dos razones. En primer lugar, en las cintas de vídeo habían descubierto que los guardias habían intensificado las vejaciones a los reclusos durante la noche, cuando pensaban que los investigadores no miraban y que el experimento estaba "parado". El aburrimiento los había llevado a un abuso más pornográfico y denigrante de los reclusos.
En segundo lugar, Christina Maslach, una doctorada de Stanford traída para entrevistar a los guardas y reclusos, protestó enérgicamente cuando vio que a los reclusos se les hacía marchar en fila hacia el lavabo, con la cabeza dentro de bolsas, las piernas encadenadas y las manos los unos sobre los hombros de los otros. Escandalizada, exclamó: "¡Es terrible lo que les estáis haciendo a estos chicos!". De las cincuenta personas o más que habían visitado la cárcel, ella fue la única que cuestionó su moralidad. No obstante, una vez se opuso a la situación, se hizo patente que se debía acabar con el estudio.
Y en consecuencia, después de sólo seis días, la simulación de encarcelamiento prevista para dos semanas, fue cancelada.
El último día tuvieron una serie de reuniones, primero con todos los guardias, después con todos los reclusos (incluidos aquellos a los que se había liberado antes), y por último una reunión conjunta con guardias, reclusos y todo el personal. Lo hicimos con el fin de que todos diesen a conocer sus sentimientos abiertamente, para explicar lo que habíamos observado de los demás y de nosotros mismos, y para compartir nuestras experiencias, que habían sido bastante profundas para todos.
También intentaron que fuese un momento de reeducación moral, revisando los conflictos que la simulación había hecho aparecer y nuestro comportamiento. Por ejemplo, revisamos las opciones morales de que habíamos dispuesto, a fin de estar mejor preparados para comportarnos éticamente en situaciones futuras de la vida real, y evitar u oponernos a situaciones que podían transformar a individuos comunes en ejecutores complacientes o víctimas del mal.
Dos meses después del estudio, el recluso #416, el aspirante a héroe, que había estado incomunicado durante varias horas, explicaba:
- Empecé a notar que perdía mi identidad, que no era yo la persona que se llamaba Clay, la persona que se metió en ese lugar, la persona que se presentó voluntaria para ir a esa cárcel; porque fue una cárcel para mí y aún lo es. No lo considero un experimento o una simulación porque fuera una cárcel regida por psicólogos en lugar de gobernada por el Estado. Empecé a sentir que aquella identidad, la persona que yo era y que había decidido ir a la cárcel, estaba muy lejos de mí, que era un extraño, hasta que finalmente ya no era esa persona, sino que era el 416. Yo era, en realidad, un número.
Comparad esta reacción con la del siguiente recluso, que me escribió desde una penitenciaría de Ohio tras haber estado incomunicado durante un periodo inhumano de tiempo:
"Recientemente se me ha liberado de la incomunicación después de treinta y siete meses aislado. Se me impuso el silencio total y el mínimo susurro al recluso de la celda de al lado provocaba que los guardas me pegasen, me rociasen con aerosol de defensa, me vendasen los ojos, me pisoteasen, y que me tirasen completamente desnudo en una celda donde tenía que dormir sobre un suelo de cemento, sin sábanas, mantas, lavabo, ni siquiera váter... Sé que los ladrones deben ser castigados y no justifico el hecho de robar, aunque yo mismo sea un ladrón. Pero ahora no creo que cuando me liberen siga siendo un ladrón. No, tampoco estoy rehabilitado. El hecho es que ahora ya no pienso en robar o llegar a rico. Ahora sólo pienso en matar, matar a aquellos que me han pegado y que me han tratado como a un perro. Espero y rezo por mi bien y el futuro de mi vida en libertad, ser capaz de superar la amargura y el odio que diariamente corroe mi alma. Pero sé que superarlo no será fácil."
El estudio acabó el 20 de agosto de 1971. Al día siguiente hubo un intento de huida en San Quintín. Los hechos transcurrieron así: los reclusos del Centro de Adaptación Máxima (Maximum Adjustment Center) fueron liberados de sus celdas por el cura de Soledad, George Jackson, que había introducido una pistola en la cárcel de forma ilegal. Varios guardias y algunos reclusos confidentes fueron torturados y asesinados durante el intento, pero la huida fracasó después de que su líder fuera presuntamente abatido a tiros cuando intentaba escalar los nueve metros del muro de la prisión.
No había pasado un mes cuando las cárceles volvieron a ser noticia al estallar un motín en la prisión de Attica, Nueva York. Tras semanas de negociaciones con reclusos que retenían a guardas como rehenes mientras exigían los derechos humanos básicos, el gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, ordenó a la Guardia nacional recuperar el control de la cárcel por la fuerza. Aquella desafortunada decisión ocasionó numerosos muertos y heridos entre guardas y reclusos.
Una de las peticiones fundamentales de los reclusos de Attica era que se les tratase como a seres humanos. Después de observar nuestra cárcel simulada durante sólo seis días, pudimos comprender cómo las cárceles deshumanizan a las personas, convirtiéndolas en objetos e inculcándoles sentimientos de desesperación. Y en cuanto a los guardas, nos dimos cuenta de cómo personas corrientes pueden transformarse fácilmente del buen Dr. Jekyll al malvado Mr. Hyd
Opinion personal
La manera en que el comportamiento humano varia de sentimientos y custumbres en su entrorno me dejo anonadado con este experimento ver que personas comunes y corriente e inteligentes se convierten en dictadores por el tan solo echo de tener poder, y al ser recluso humillacion,fustracion y desesperación al no poder escapar de un lugar que sabes que no podras escapar.al fin y al cabo el ser humanos es costumbre,que quiero decir, que se adapta a cualquier lugar donde se encuentre.
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