El experimento transcurre de la manera siguiente. Mediante un anuncio en un diario local o bien de una carta que ofrecía una modesta compensación dineraria para colaborar en un experimento sobre memoria y aprendizaje que tendría lugar en la Universidad de Yale, se consiguieron entre 1961 y 1962 más de mil participantes. Entre estas personas había de todo, obreros, oficinistas, maestros, enfermeras, vendedores, etc. Telefónicamente se les daba día y hora. Cuando llegaba el día, la persona acudía al lugar al cual se lo había citado, allá encontraba dos personas, una era alguien que supuestamente también había acudido para el experimento, un contable de 47 años y de apariencia amable, pero que en realidad era un cómplice del experimentador, y la otra una persona que actuaba de experimentador, con bata, de 31 años de apariencia impasible y austera. Se les pagaba el dinero prometido (4.50$) y para justificar lo que pasaría a continuación se les explicaba lo siguiente:
Los psicólogos han desarrollado muchas teorías para explicar cómo la gente aprende materias diferentes. Algunas de las más conocidas están tratadas en este libro [al sujeto se le enseñaba un libro sobre aprendizaje]. Una teoría es que la gente aprende las cosas correctamente cuando se los castiga si se equivocan. Una aplicación común de esta teoría es cuando los padres pegan a los niños si hacen algo mal. Se supone que el hecho de pegar, una forma de castigo, hará que el niño aprenda a recordar mejor, hará que aprenda más efectivamente. Pero de hecho no sabemos gran cosa sobre los efectos del castigo sobre el aprendizaje, porque casi no se han hecho estudios verdaderamente científicos sobre el tema en seres humanos. Por ejemplo, no sabemos qué cantidad de castigo es mejor para el aprendizaje, y tampoco sabemos si hay diferencias en función de quien da el castigo, si un adulto aprende mejor de una persona más joven o más grande que él mismo, u otras muchas cosas de este tipo. Por esto en este estudio juntamos un cierto número de adultos de ocupaciones y edades diferentes y pedimos a algunos que sean maestros y a los otros que sean aprendices. Queremos descubrir cuáles son los efectos que tienen algunas personas sobre las otras, unas como maestras y las otras como aprendices y también cuál es el efecto del castigo sobre el aprendizaje en esta situación. Por todo esto los pediré que uno de ustedes haga de maestro y el otro de aprendiz.
Seguidamente se hacía un sorteo trucado para asignar los papeles de forma que siempre el sujeto real hacía de maestro. Entonces se los traía a la habitación del lado y se los decía que hacía falta preparar el aprendiz porque pudiera recibir los castigos; allá, delante del maestro, se lo ataba a una silla y se le ponían unos electrodos a las muñecas. Se explicaba que se lo ataba porque no se moviera al recibir las descargas y que se le aplicaba pasta de electrodo para evitar quemaduras. Para incrementar la credibilidad de la situación el aprendiz mostraba preocupación por las descargas, y se le contestaba que, aunque las descargas podían ser muy dolorosas, no causaban daños permanentes en los tejidos.
Seguidamente se llevaba al “maestro” ante un aparato, un supuesto generador de descargas eléctricas, que tenía treinta botones con pilotos de color rojo. Cada botón tenía una etiqueta con el voltaje correspondiente, que iba de 15 a 450 volts, y aumentaba 15 volts entre botón y botón. Cada cuatro botones (es decir, cada 60 volts) una etiqueta especificaba de izquierda a derecha: DESCARGA LIGERA (15v-60v), DESCARGA MODERADA (75v-120v), DESCARGA FUERTE (135v-180v), DESCARGA MUY FUERTE (195v-240v), DESCARGA INTENSA (255v-300v), DESCARGA EXTREMADAMENTE INTENSA (315v-360v), PELIGRO: DESCARGA SEVERA (375v-420v), XXX (435v-450v).
Para hacer creíble el aparato se le daba una descarga de 45 volts de prueba al maestro apretando el tercer botón; en realidad, éste era el único botón que funcionaba. Entonces se le explicaba la tarea que era necesario hacer. Tendría que leer al aprendiz una serie de palabras emparejadas y después leerle una de estas palabras y preguntarle, de entre cuatro opciones, con qué palabra se había emparejado primero. Por ejemplo, tendría que leer: Caja azul, Día bonito, Pato salvaje, etc. y después se le leería: Día; Gris, Bonito, Claro, Feo. Cada vez que el aprendiz se equivocara le tendría que administrar una descarga, empezando por el de 15 volts y subiendo un botón, 15 volts más, cada vez que se equivocara a medida que adelantara el experimento. Antes de administrar la descarga el “maestro” tendría que anunciar al aprendiz el voltaje que le aplicaría -esto se hacía para asegurarse que el sujeto era consciente del voltaje que administraba.
Si en algún momento el sujeto dudaba o preguntaba si tenía que continuar, el experimentador” le tenía que responder estas cuatro frases, y en este orden a medida que adelantara el experimento:
1) Por favor continúe.
2) El experimento requiere que usted continúe.
3) Es absolutamente necesario que usted continúe.
4) Usted no tiene ninguna otra opción, tiene que continuar.
Si la persona se preocupaba por las heridas que podía ocasionar se le contestaba lo mismo que ya se le había dicho antes, que no causaban daños permanentes a los tejidos. Si la persona decía que era el aprendiz quien no quería continuar, se le decía: “tanto si al aprendiz le gusta como si no, usted tiene que continuar hasta que haya aprendido todos los pares de palabras correctamente; por favor, siga”.
Bien, si ya os lo habéis pensado, empezamos a comentar los resultados. La primera vez que se hizo el experimento era una condición en la cual el maestro no veía ni sentía al aprendiz -las respuestas le llegaban mediante una caja con cuatro luces. Ante la sorpresa general, en esta condición el 100% de sujetos llegaron hasta el final, y administraron descargas de hasta 450 volts (etiquetadas XXX). Éste fue el resultado de la Condición I del experimento: si la víctima no se ve ni se siente, a pesar de tener informaciones sobre su posible sufrimiento, la obediencia es de un 100%. Una segunda Condición consistió el permitir que el maestro sintiera las protestas, gemidos y gritos del aprendiz, en la cual 62,5% de personas llegó hasta el final. Se probaron diecinueve condiciones.
Críticas al experimento
A pesar de que la inmensa mayoría de psicólogos sociales reconoce que los experimentos de Milgram están bien hechos y que sus resultados son fiables, este experimento ha sido blanco de críticas feroces. Aún así Milgram mismo comentó que sospechaba que el origen de las críticas no era tanto el experimento, sino los resultados obtenidos. Si el experimento hubiera dado como resultado aquello que se esperaba, que nadie obedece unas órdenes inmorales, seguramente ninguna de estas críticas hubiera surgido.
La preocupación por la ética del experimento fue la primera en surgir. Lo American Psychological Association, la más importante del mundo, retrasó un año la admisión de Milgram, mientras estudiaba con detalle el experimento. Finalmente consideraron que era aceptable, pero muchos psicólogos y sociólogos todavía ahora dudan que lo fuera. Por un lado, no es ético hacer pasar alguien por una situación tan angustiosa, pero sobre todo la preocupación surgía por el posible carácter traumatizante de la participación en la electrocución inducida de una persona. Milgram se aseguró que después del experimento el sujeto hablara con “la víctima” para dejar claro que estaba bien. También informaba a los sujetos obedientes que su conducta era la normal. Finalmente hizo un seguimiento durante un par de años, mediante cuestionarios, de las personas que había participado, y les informó de los resultados obtenidos con la búsqueda. Hace falta decir que muchas personas valoraron positivamente su participación y pensaron que habían aprendido algo útil sobre ellos mismos. Milgram puso a menudo, con orgullo, el ejemplo de un chico que se había acabado haciendo objetor de conciencia. Aún así, como podéis ver, el experimento tuvo efectos muy importantes sobre los participantes y su vida, y ellos no lo habían pedido; además acudían engañados al experimento. Hoy en día un experimento de este tipo no se podría hacer, pero muchos investigadores piensan que valió la pena, y que la lección extraída de aquellos experimentos es demasiado valiosa para dejarla perder.
Opinion personal
Me llamo la atención el hecho de que el ser humano reaccione en terminos de obedencia y ver que los resultados son positivos, le crean un comportamiento mas de ejecutante que de pensador, para mi esto se ve reflejado hoy en dia en la sociedad ya que todo parte desde pequeño y para mi el hecho de no tener psicologia, filosofia e ingles desde niños en los colegios nos oprimen a llevar un estilo de vida definido por un gobierno o un ser con poder y eso impide vivir bajo la libertad que alguna vez escuchaste.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
lunes, 7 de noviembre de 2011
Experimento de la carcel de stanford
Este experimento se llevo a cabo en una cárcel de Palo Alto en 1971, consistía en ver el desarrollo o proceso psicológico que sufrían los involucrados.
Para llevarlo a cabo pusieron un aviso en un periódico solicitando a personas dispuesta a ganar 15 dólares diarios para ser dispuesta a disposición de un experimento psicológico, luego de una especie de casting, seleccionaron a estudiantes de Estados Unidos Y Canadá sin problemas psicológicos, abuso de drogas, problemas delictivos y discapacidades medicas.
El estudio comenzó con un grupo de hombres divididos en guardias y reclusos al principio la sociabilidad no era problema ya que no tenían ningún arrojo de problemas de comportamiento según lo previamente visto.
En el pasillo habían puesto cámaras y micrófonos para seguir el procedimientos de los interinos dentro de la cárcel construida por ellos, esta no tenía ni relojes, ni ventanas, lo que produciría una distorsión del tiempo.
Ya teniendo todo listo para empezar el procedimiento del experimento, los reclusos fueron llevados uno por uno con los ojos vendados e informándoles de la gravedad de sus faltas y las condiciones que tenían que seguir. Se siguió el procedimiento de la cárceles, desnudándolos y desinfectándolos con espray, advirtiéndoles que podían contener piojos o enfermedades para tener toda la credibilidad posible frente a ellos. "Tal como se muestra en las imágenes".
A los reclusos se les vestía con un saco y su número de identificación, además de no llevar ropa interior, y estar sujetos a una cadena junto a otro compañero para así hacerles recordar que al despertar todavía seguían en la cárcel y que ni en sueños saldrían de la cárcel.
Por otra parte los guardia no habrían recibido ninguna enseñanza previa a como ser guardia de una cárcel, ellos tenían plena libertad para determinar la ley y el orden dentro de la institución. Con lo que respecta a su aspecto, tenían uniformes similares y gafas de sol para cubrir sus emociones y así tener más anonimato frente a los reclusos.
Eran 9 guardias que se repartían turnos de cada 3 persona por 8 horas, que dormían en piezas que sobraban, en cambio los reclusos también siendo 9 personas dormían en 3 piezas con 3 catres cada una.
Las primeras intervenciones se hacían de madrugada a eso de las 3 de la mañana, están se hacían con el hecho de poner cierto respeto y familiarizarlos por sus números. También se le hacía hacer flexiones como método de respeto hacia ellos.
Debido a lo sucedido el primer día, los reclusos decidieron quitarse las medias de la cabeza y sus números de identificación, aparte de formar hacer barricadas con sus camas trabando la puerta de sus celdas. Al llegar los guardias de la mañana empezaron a echarle la culpa a los de la noche que les faltaba autoridad sobre sus cargos, entonces los guardias tuvieron que tomar sus propias medidas al principio pedían refuerzos, pero no pudo ser por el poco recurso que sostenía la cárcel en ese entonces. Así que tomaron un extintor que congelaba hasta los huesos para alejar a los reclusos de la celda, así decidieron tratar la violencia con violencia. Entraron a la celda, le quitaron sus camas, los desnudaron, aislaron a los cabecillas de la rebelión y humillaron e intimidaron a los reclusos.
Como no era posible tener a los 9 guardias todo el día por los bajos recursos que había decidieron llevar a cabo la psicología en vez de la fuerza física, para ello crearon una celda de beneficios esto quería quieres decir que a los reclusos que cumplían las ordenes se les beneficiaba con su cama, sus vestimenta, a demás de tener derecho a una comida especial frente a los demás reclusos que no comían, el resultado fue que se rompió la solidaridad en el entorno de los reclusos.
Otro hecho importante que no se puede dejar pasar, es cuando los reclusos intentan huir de la cárcel con ayuda del primer liberado de Stanford...La idea se trataba escapar después del horario de visitas. El primer liberado llegaría a la cárcel junto a un grupo de amigos para forzar la puerta de entrada y así escapar. Al encargado del proyecto le habría llegado este rumor el mismo se encargaría de cambiar a los reclusos de cárcel, pedir apoyo policial... pero nunca paso nada así que los guardias decidieron volver a la violencia y humillación dándoles castigos como limpiar dos veces el wc. o las insalubridades de la cárcel.
Llegando a la conclusión del proyecto ya tan avanzado el investigador decidió contratar a un cura para ver que tan realista había sido el progreso de los reclusos, la conclusión fue sorprendente los reclusos ya se presentaban por sus números e incluso tenían claro que la única manera de salir de allí era a través de un abogado o un milagro.
Al día siguiente se llevo a los reclusos que se creí que merecían la libertad y se llevaron a la comisión de libertad condicional. Durante estas vistas sucedieron algunas cosas remarcables. En primer lugar, cuando se le preguntaron a los reclusos si renunciarían al dinero que habían ganado hasta el momento a cambio de la libertad condicional, la mayoría dijo que sí. Durante las sesiones de libertad condicional, el asesor principal cuando adoptó el papel de jefe de la Comisión de Libertad Condicional. Literalmente, se convirtió en el más odioso oficial autoritario imaginable, tanto que, cuando todo acabó, sintió repugnancia de ver en lo que se había convertido: era igual a su verdugo, el que había rechazado sus peticiones anuales de libertad condicional durante dieciséis años mientras estuvo preso.
El quinto día se había creado una nueva relación entre los reclusos y los guardas. Ahora los guardas se identificaban más fácilmente con su trabajo -un trabajo que unas veces era aburrido y otras, interesante.
Había tres tipos de guardias. En primer lugar, estaban los guardias duros pero justos, que seguían las normas de la cárcel. En segundo lugar, estaban los "buenos", que hacían pequeños favores a los reclusos y nunca los castigaban. Y por último, casi una tercera parte de los guardias eran hostiles, arbitrarios e imaginativos en sus formas de humillar a los reclusos. Estos guardias, aparentemente, disfrutaban completamente del poder que ejercían, a pesar de que ninguno de nuestros test de personalidad había podido predecir este comportamiento. La única conexión entre personalidad y comportamiento en la cárcel, fue el descubrimiento de que los reclusos con un alto grado de autoritarismo aguantaron más tiempo que otros reclusos el autoritario entorno de nuestra cárcel.
Los reclusos se enfrentaron a sus sentimientos de frustración e impotencia de varias formas. Al principio, algunos reclusos se rebelaron o discutieron con los guardias. Cuatro reclusos reaccionaron con crisis nerviosas como válvula de escape. Un recluso desarrolló una erupción psicosomática por todo el cuerpo cuando supo que se había rechazado su petición de libertad condicional. Otros intentaron sobrevivir siendo buenos reclusos, haciendo todo aquello que los guardas les mandasen. Uno de ellos recibió el mote de "Sargento", por su manera militar de ejecutar todas las órdenes.
Al final del estudio, los reclusos quedaron desintegrados, como grupo y como individuos. Ya no existía una unidad de grupo; solo un puñado de individuos aislados resistiendo, casi como prisioneros de guerra o pacientes de un hospital psiquiátrico. Los guardias lograron el control total de la prisión e impusieron la obediencia ciega de todo recluso.
El último acto de rebelión. El recluso #416 era un recién llegado, uno de los sustitutos que teníamos en reserva. A diferencia de los demás reclusos, que habían experimentado un aumento progresivo de las vejaciones, este recluso se enfrentó al horror de golpe. Los reclusos veteranos le dijeron que era imposible abandonar, que era una cárcel auténtica.
El recluso #416 se declaró en huelga de hambre para forzar su liberación. Después de varios intentos fracasados para conseguir que comiese, los guardias lo dejaron incomunicado durante tres horas, aun cuando sus propias normas establecían una hora como límite. No obstante, el recluso #416 siguió rechazando la comida.
A estas alturas, el recluso #416 hubiera debido convertirse en un héroe para los demás reclusos. En cambio, lo consideraron como un alborotador. El jefe de los guardias explotó este sentimiento dando a elegir a los prisioneros entre dos opciones: dejarían salir al recluso incomunicado si a cambio renunciaban a sus mantas, o lo dejarían incomunicado toda la noche. ¿Qué crees que eligieron? La mayoría prefirió quedarse con su manta y dejar que el recluso sufriera en solitario toda la noche.
La quinta noche, algunos padres visitantes me pidieron establecer contacto con un abogado para liberar a su hijo de la cárcel. ¡Explicaron que un sacerdote católico los había visitado para decirles que debían conseguir un abogado o defensor público si querían obtener la libertad bajo fianza de su hijo! ,el creador llamo a un abogado, tal como solicitaron, y vino al día siguiente para entrevistar a los reclusos con una serie de preguntas estándar, aunque también sabía que sólo era un experimento.
Llegados a este punto, se vio claro que debían acabar con el estudio. Habían creado una situación abrumadoramente poderosa, a la que los reclusos se iban abandonando, comportándose de manera patológica, y en la que algunos de los guardas se comportaban sádicamente. Incluso los guardas "buenos" se sentían impotentes para intervenir y ninguno de los guardias dimitió mientras el estudio se llevaba a cabo. En realidad, hay que destacar que ningún guardia llegó nunca tarde a su turno, ni se ausentó por enfermedad, salió antes de hora, o exigió una paga extra por trabajar más horas.
Decidieron terminar el estudio prematuramente por dos razones. En primer lugar, en las cintas de vídeo habían descubierto que los guardias habían intensificado las vejaciones a los reclusos durante la noche, cuando pensaban que los investigadores no miraban y que el experimento estaba "parado". El aburrimiento los había llevado a un abuso más pornográfico y denigrante de los reclusos.
En segundo lugar, Christina Maslach, una doctorada de Stanford traída para entrevistar a los guardas y reclusos, protestó enérgicamente cuando vio que a los reclusos se les hacía marchar en fila hacia el lavabo, con la cabeza dentro de bolsas, las piernas encadenadas y las manos los unos sobre los hombros de los otros. Escandalizada, exclamó: "¡Es terrible lo que les estáis haciendo a estos chicos!". De las cincuenta personas o más que habían visitado la cárcel, ella fue la única que cuestionó su moralidad. No obstante, una vez se opuso a la situación, se hizo patente que se debía acabar con el estudio.
Y en consecuencia, después de sólo seis días, la simulación de encarcelamiento prevista para dos semanas, fue cancelada.
El último día tuvieron una serie de reuniones, primero con todos los guardias, después con todos los reclusos (incluidos aquellos a los que se había liberado antes), y por último una reunión conjunta con guardias, reclusos y todo el personal. Lo hicimos con el fin de que todos diesen a conocer sus sentimientos abiertamente, para explicar lo que habíamos observado de los demás y de nosotros mismos, y para compartir nuestras experiencias, que habían sido bastante profundas para todos.
También intentaron que fuese un momento de reeducación moral, revisando los conflictos que la simulación había hecho aparecer y nuestro comportamiento. Por ejemplo, revisamos las opciones morales de que habíamos dispuesto, a fin de estar mejor preparados para comportarnos éticamente en situaciones futuras de la vida real, y evitar u oponernos a situaciones que podían transformar a individuos comunes en ejecutores complacientes o víctimas del mal.
Dos meses después del estudio, el recluso #416, el aspirante a héroe, que había estado incomunicado durante varias horas, explicaba:
- Empecé a notar que perdía mi identidad, que no era yo la persona que se llamaba Clay, la persona que se metió en ese lugar, la persona que se presentó voluntaria para ir a esa cárcel; porque fue una cárcel para mí y aún lo es. No lo considero un experimento o una simulación porque fuera una cárcel regida por psicólogos en lugar de gobernada por el Estado. Empecé a sentir que aquella identidad, la persona que yo era y que había decidido ir a la cárcel, estaba muy lejos de mí, que era un extraño, hasta que finalmente ya no era esa persona, sino que era el 416. Yo era, en realidad, un número.
Comparad esta reacción con la del siguiente recluso, que me escribió desde una penitenciaría de Ohio tras haber estado incomunicado durante un periodo inhumano de tiempo:
"Recientemente se me ha liberado de la incomunicación después de treinta y siete meses aislado. Se me impuso el silencio total y el mínimo susurro al recluso de la celda de al lado provocaba que los guardas me pegasen, me rociasen con aerosol de defensa, me vendasen los ojos, me pisoteasen, y que me tirasen completamente desnudo en una celda donde tenía que dormir sobre un suelo de cemento, sin sábanas, mantas, lavabo, ni siquiera váter... Sé que los ladrones deben ser castigados y no justifico el hecho de robar, aunque yo mismo sea un ladrón. Pero ahora no creo que cuando me liberen siga siendo un ladrón. No, tampoco estoy rehabilitado. El hecho es que ahora ya no pienso en robar o llegar a rico. Ahora sólo pienso en matar, matar a aquellos que me han pegado y que me han tratado como a un perro. Espero y rezo por mi bien y el futuro de mi vida en libertad, ser capaz de superar la amargura y el odio que diariamente corroe mi alma. Pero sé que superarlo no será fácil."
El estudio acabó el 20 de agosto de 1971. Al día siguiente hubo un intento de huida en San Quintín. Los hechos transcurrieron así: los reclusos del Centro de Adaptación Máxima (Maximum Adjustment Center) fueron liberados de sus celdas por el cura de Soledad, George Jackson, que había introducido una pistola en la cárcel de forma ilegal. Varios guardias y algunos reclusos confidentes fueron torturados y asesinados durante el intento, pero la huida fracasó después de que su líder fuera presuntamente abatido a tiros cuando intentaba escalar los nueve metros del muro de la prisión.
No había pasado un mes cuando las cárceles volvieron a ser noticia al estallar un motín en la prisión de Attica, Nueva York. Tras semanas de negociaciones con reclusos que retenían a guardas como rehenes mientras exigían los derechos humanos básicos, el gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, ordenó a la Guardia nacional recuperar el control de la cárcel por la fuerza. Aquella desafortunada decisión ocasionó numerosos muertos y heridos entre guardas y reclusos.
Una de las peticiones fundamentales de los reclusos de Attica era que se les tratase como a seres humanos. Después de observar nuestra cárcel simulada durante sólo seis días, pudimos comprender cómo las cárceles deshumanizan a las personas, convirtiéndolas en objetos e inculcándoles sentimientos de desesperación. Y en cuanto a los guardas, nos dimos cuenta de cómo personas corrientes pueden transformarse fácilmente del buen Dr. Jekyll al malvado Mr. Hyd
Opinion personal
La manera en que el comportamiento humano varia de sentimientos y custumbres en su entrorno me dejo anonadado con este experimento ver que personas comunes y corriente e inteligentes se convierten en dictadores por el tan solo echo de tener poder, y al ser recluso humillacion,fustracion y desesperación al no poder escapar de un lugar que sabes que no podras escapar.al fin y al cabo el ser humanos es costumbre,que quiero decir, que se adapta a cualquier lugar donde se encuentre.
Para llevarlo a cabo pusieron un aviso en un periódico solicitando a personas dispuesta a ganar 15 dólares diarios para ser dispuesta a disposición de un experimento psicológico, luego de una especie de casting, seleccionaron a estudiantes de Estados Unidos Y Canadá sin problemas psicológicos, abuso de drogas, problemas delictivos y discapacidades medicas.
El estudio comenzó con un grupo de hombres divididos en guardias y reclusos al principio la sociabilidad no era problema ya que no tenían ningún arrojo de problemas de comportamiento según lo previamente visto.
En el pasillo habían puesto cámaras y micrófonos para seguir el procedimientos de los interinos dentro de la cárcel construida por ellos, esta no tenía ni relojes, ni ventanas, lo que produciría una distorsión del tiempo.
Ya teniendo todo listo para empezar el procedimiento del experimento, los reclusos fueron llevados uno por uno con los ojos vendados e informándoles de la gravedad de sus faltas y las condiciones que tenían que seguir. Se siguió el procedimiento de la cárceles, desnudándolos y desinfectándolos con espray, advirtiéndoles que podían contener piojos o enfermedades para tener toda la credibilidad posible frente a ellos. "Tal como se muestra en las imágenes".
A los reclusos se les vestía con un saco y su número de identificación, además de no llevar ropa interior, y estar sujetos a una cadena junto a otro compañero para así hacerles recordar que al despertar todavía seguían en la cárcel y que ni en sueños saldrían de la cárcel.
Por otra parte los guardia no habrían recibido ninguna enseñanza previa a como ser guardia de una cárcel, ellos tenían plena libertad para determinar la ley y el orden dentro de la institución. Con lo que respecta a su aspecto, tenían uniformes similares y gafas de sol para cubrir sus emociones y así tener más anonimato frente a los reclusos.
Eran 9 guardias que se repartían turnos de cada 3 persona por 8 horas, que dormían en piezas que sobraban, en cambio los reclusos también siendo 9 personas dormían en 3 piezas con 3 catres cada una.
Las primeras intervenciones se hacían de madrugada a eso de las 3 de la mañana, están se hacían con el hecho de poner cierto respeto y familiarizarlos por sus números. También se le hacía hacer flexiones como método de respeto hacia ellos.
Debido a lo sucedido el primer día, los reclusos decidieron quitarse las medias de la cabeza y sus números de identificación, aparte de formar hacer barricadas con sus camas trabando la puerta de sus celdas. Al llegar los guardias de la mañana empezaron a echarle la culpa a los de la noche que les faltaba autoridad sobre sus cargos, entonces los guardias tuvieron que tomar sus propias medidas al principio pedían refuerzos, pero no pudo ser por el poco recurso que sostenía la cárcel en ese entonces. Así que tomaron un extintor que congelaba hasta los huesos para alejar a los reclusos de la celda, así decidieron tratar la violencia con violencia. Entraron a la celda, le quitaron sus camas, los desnudaron, aislaron a los cabecillas de la rebelión y humillaron e intimidaron a los reclusos.
Como no era posible tener a los 9 guardias todo el día por los bajos recursos que había decidieron llevar a cabo la psicología en vez de la fuerza física, para ello crearon una celda de beneficios esto quería quieres decir que a los reclusos que cumplían las ordenes se les beneficiaba con su cama, sus vestimenta, a demás de tener derecho a una comida especial frente a los demás reclusos que no comían, el resultado fue que se rompió la solidaridad en el entorno de los reclusos.
Otro hecho importante que no se puede dejar pasar, es cuando los reclusos intentan huir de la cárcel con ayuda del primer liberado de Stanford...La idea se trataba escapar después del horario de visitas. El primer liberado llegaría a la cárcel junto a un grupo de amigos para forzar la puerta de entrada y así escapar. Al encargado del proyecto le habría llegado este rumor el mismo se encargaría de cambiar a los reclusos de cárcel, pedir apoyo policial... pero nunca paso nada así que los guardias decidieron volver a la violencia y humillación dándoles castigos como limpiar dos veces el wc. o las insalubridades de la cárcel.
Llegando a la conclusión del proyecto ya tan avanzado el investigador decidió contratar a un cura para ver que tan realista había sido el progreso de los reclusos, la conclusión fue sorprendente los reclusos ya se presentaban por sus números e incluso tenían claro que la única manera de salir de allí era a través de un abogado o un milagro.
Al día siguiente se llevo a los reclusos que se creí que merecían la libertad y se llevaron a la comisión de libertad condicional. Durante estas vistas sucedieron algunas cosas remarcables. En primer lugar, cuando se le preguntaron a los reclusos si renunciarían al dinero que habían ganado hasta el momento a cambio de la libertad condicional, la mayoría dijo que sí. Durante las sesiones de libertad condicional, el asesor principal cuando adoptó el papel de jefe de la Comisión de Libertad Condicional. Literalmente, se convirtió en el más odioso oficial autoritario imaginable, tanto que, cuando todo acabó, sintió repugnancia de ver en lo que se había convertido: era igual a su verdugo, el que había rechazado sus peticiones anuales de libertad condicional durante dieciséis años mientras estuvo preso.
El quinto día se había creado una nueva relación entre los reclusos y los guardas. Ahora los guardas se identificaban más fácilmente con su trabajo -un trabajo que unas veces era aburrido y otras, interesante.
Había tres tipos de guardias. En primer lugar, estaban los guardias duros pero justos, que seguían las normas de la cárcel. En segundo lugar, estaban los "buenos", que hacían pequeños favores a los reclusos y nunca los castigaban. Y por último, casi una tercera parte de los guardias eran hostiles, arbitrarios e imaginativos en sus formas de humillar a los reclusos. Estos guardias, aparentemente, disfrutaban completamente del poder que ejercían, a pesar de que ninguno de nuestros test de personalidad había podido predecir este comportamiento. La única conexión entre personalidad y comportamiento en la cárcel, fue el descubrimiento de que los reclusos con un alto grado de autoritarismo aguantaron más tiempo que otros reclusos el autoritario entorno de nuestra cárcel.
Los reclusos se enfrentaron a sus sentimientos de frustración e impotencia de varias formas. Al principio, algunos reclusos se rebelaron o discutieron con los guardias. Cuatro reclusos reaccionaron con crisis nerviosas como válvula de escape. Un recluso desarrolló una erupción psicosomática por todo el cuerpo cuando supo que se había rechazado su petición de libertad condicional. Otros intentaron sobrevivir siendo buenos reclusos, haciendo todo aquello que los guardas les mandasen. Uno de ellos recibió el mote de "Sargento", por su manera militar de ejecutar todas las órdenes.
Al final del estudio, los reclusos quedaron desintegrados, como grupo y como individuos. Ya no existía una unidad de grupo; solo un puñado de individuos aislados resistiendo, casi como prisioneros de guerra o pacientes de un hospital psiquiátrico. Los guardias lograron el control total de la prisión e impusieron la obediencia ciega de todo recluso.
El último acto de rebelión. El recluso #416 era un recién llegado, uno de los sustitutos que teníamos en reserva. A diferencia de los demás reclusos, que habían experimentado un aumento progresivo de las vejaciones, este recluso se enfrentó al horror de golpe. Los reclusos veteranos le dijeron que era imposible abandonar, que era una cárcel auténtica.
El recluso #416 se declaró en huelga de hambre para forzar su liberación. Después de varios intentos fracasados para conseguir que comiese, los guardias lo dejaron incomunicado durante tres horas, aun cuando sus propias normas establecían una hora como límite. No obstante, el recluso #416 siguió rechazando la comida.
A estas alturas, el recluso #416 hubiera debido convertirse en un héroe para los demás reclusos. En cambio, lo consideraron como un alborotador. El jefe de los guardias explotó este sentimiento dando a elegir a los prisioneros entre dos opciones: dejarían salir al recluso incomunicado si a cambio renunciaban a sus mantas, o lo dejarían incomunicado toda la noche. ¿Qué crees que eligieron? La mayoría prefirió quedarse con su manta y dejar que el recluso sufriera en solitario toda la noche.
La quinta noche, algunos padres visitantes me pidieron establecer contacto con un abogado para liberar a su hijo de la cárcel. ¡Explicaron que un sacerdote católico los había visitado para decirles que debían conseguir un abogado o defensor público si querían obtener la libertad bajo fianza de su hijo! ,el creador llamo a un abogado, tal como solicitaron, y vino al día siguiente para entrevistar a los reclusos con una serie de preguntas estándar, aunque también sabía que sólo era un experimento.
Llegados a este punto, se vio claro que debían acabar con el estudio. Habían creado una situación abrumadoramente poderosa, a la que los reclusos se iban abandonando, comportándose de manera patológica, y en la que algunos de los guardas se comportaban sádicamente. Incluso los guardas "buenos" se sentían impotentes para intervenir y ninguno de los guardias dimitió mientras el estudio se llevaba a cabo. En realidad, hay que destacar que ningún guardia llegó nunca tarde a su turno, ni se ausentó por enfermedad, salió antes de hora, o exigió una paga extra por trabajar más horas.
Decidieron terminar el estudio prematuramente por dos razones. En primer lugar, en las cintas de vídeo habían descubierto que los guardias habían intensificado las vejaciones a los reclusos durante la noche, cuando pensaban que los investigadores no miraban y que el experimento estaba "parado". El aburrimiento los había llevado a un abuso más pornográfico y denigrante de los reclusos.
En segundo lugar, Christina Maslach, una doctorada de Stanford traída para entrevistar a los guardas y reclusos, protestó enérgicamente cuando vio que a los reclusos se les hacía marchar en fila hacia el lavabo, con la cabeza dentro de bolsas, las piernas encadenadas y las manos los unos sobre los hombros de los otros. Escandalizada, exclamó: "¡Es terrible lo que les estáis haciendo a estos chicos!". De las cincuenta personas o más que habían visitado la cárcel, ella fue la única que cuestionó su moralidad. No obstante, una vez se opuso a la situación, se hizo patente que se debía acabar con el estudio.
Y en consecuencia, después de sólo seis días, la simulación de encarcelamiento prevista para dos semanas, fue cancelada.
El último día tuvieron una serie de reuniones, primero con todos los guardias, después con todos los reclusos (incluidos aquellos a los que se había liberado antes), y por último una reunión conjunta con guardias, reclusos y todo el personal. Lo hicimos con el fin de que todos diesen a conocer sus sentimientos abiertamente, para explicar lo que habíamos observado de los demás y de nosotros mismos, y para compartir nuestras experiencias, que habían sido bastante profundas para todos.
También intentaron que fuese un momento de reeducación moral, revisando los conflictos que la simulación había hecho aparecer y nuestro comportamiento. Por ejemplo, revisamos las opciones morales de que habíamos dispuesto, a fin de estar mejor preparados para comportarnos éticamente en situaciones futuras de la vida real, y evitar u oponernos a situaciones que podían transformar a individuos comunes en ejecutores complacientes o víctimas del mal.
Dos meses después del estudio, el recluso #416, el aspirante a héroe, que había estado incomunicado durante varias horas, explicaba:
- Empecé a notar que perdía mi identidad, que no era yo la persona que se llamaba Clay, la persona que se metió en ese lugar, la persona que se presentó voluntaria para ir a esa cárcel; porque fue una cárcel para mí y aún lo es. No lo considero un experimento o una simulación porque fuera una cárcel regida por psicólogos en lugar de gobernada por el Estado. Empecé a sentir que aquella identidad, la persona que yo era y que había decidido ir a la cárcel, estaba muy lejos de mí, que era un extraño, hasta que finalmente ya no era esa persona, sino que era el 416. Yo era, en realidad, un número.
Comparad esta reacción con la del siguiente recluso, que me escribió desde una penitenciaría de Ohio tras haber estado incomunicado durante un periodo inhumano de tiempo:
"Recientemente se me ha liberado de la incomunicación después de treinta y siete meses aislado. Se me impuso el silencio total y el mínimo susurro al recluso de la celda de al lado provocaba que los guardas me pegasen, me rociasen con aerosol de defensa, me vendasen los ojos, me pisoteasen, y que me tirasen completamente desnudo en una celda donde tenía que dormir sobre un suelo de cemento, sin sábanas, mantas, lavabo, ni siquiera váter... Sé que los ladrones deben ser castigados y no justifico el hecho de robar, aunque yo mismo sea un ladrón. Pero ahora no creo que cuando me liberen siga siendo un ladrón. No, tampoco estoy rehabilitado. El hecho es que ahora ya no pienso en robar o llegar a rico. Ahora sólo pienso en matar, matar a aquellos que me han pegado y que me han tratado como a un perro. Espero y rezo por mi bien y el futuro de mi vida en libertad, ser capaz de superar la amargura y el odio que diariamente corroe mi alma. Pero sé que superarlo no será fácil."
El estudio acabó el 20 de agosto de 1971. Al día siguiente hubo un intento de huida en San Quintín. Los hechos transcurrieron así: los reclusos del Centro de Adaptación Máxima (Maximum Adjustment Center) fueron liberados de sus celdas por el cura de Soledad, George Jackson, que había introducido una pistola en la cárcel de forma ilegal. Varios guardias y algunos reclusos confidentes fueron torturados y asesinados durante el intento, pero la huida fracasó después de que su líder fuera presuntamente abatido a tiros cuando intentaba escalar los nueve metros del muro de la prisión.
No había pasado un mes cuando las cárceles volvieron a ser noticia al estallar un motín en la prisión de Attica, Nueva York. Tras semanas de negociaciones con reclusos que retenían a guardas como rehenes mientras exigían los derechos humanos básicos, el gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, ordenó a la Guardia nacional recuperar el control de la cárcel por la fuerza. Aquella desafortunada decisión ocasionó numerosos muertos y heridos entre guardas y reclusos.
Una de las peticiones fundamentales de los reclusos de Attica era que se les tratase como a seres humanos. Después de observar nuestra cárcel simulada durante sólo seis días, pudimos comprender cómo las cárceles deshumanizan a las personas, convirtiéndolas en objetos e inculcándoles sentimientos de desesperación. Y en cuanto a los guardas, nos dimos cuenta de cómo personas corrientes pueden transformarse fácilmente del buen Dr. Jekyll al malvado Mr. Hyd
Opinion personal
La manera en que el comportamiento humano varia de sentimientos y custumbres en su entrorno me dejo anonadado con este experimento ver que personas comunes y corriente e inteligentes se convierten en dictadores por el tan solo echo de tener poder, y al ser recluso humillacion,fustracion y desesperación al no poder escapar de un lugar que sabes que no podras escapar.al fin y al cabo el ser humanos es costumbre,que quiero decir, que se adapta a cualquier lugar donde se encuentre.
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